Gracias al descubrimiento de las neuronas espejo, ahora sabemos a neurociencia cierta que nuestros cuerpos conversan entre sí, independientemente de los sonidos que emitamos con nuestras laringes.
Pero gracias a las ciencias sociales y libros como "Una historia del cuerpo en la Edad Media" de Jaques Le Goff y Nicolás Truong sabemos también que ese alfabeto que usan nuestros cuerpos, hecho de gestos, posturas y modos de moverse ha sido intensamente regimentado, podado, aplastado y freído vuelta y vuelta por las distintas culturas que fueron atravesándolo.
Cada tanto uno re descubre alguna palabra que estaba ahí entre todas las insignificantes.
Lisa Simpsom es, como dice Flanders, la que contesta aquello que no se le preguntó, la que resuelve problemas que a nadie le preocupan. No importa si son problemas graves y reales.
Regresamos de nuestra excursión por Olavarría y Tandil, donde tuvimos la fortuna de encontrarnos con algunas personas que extrañábamos.
Somos mucho mas parecidos al mono de lo que creemos. Al igual que ellos, cuando observamos a un otro realizar o iniciar acciones desciframos su significado sin reflexión, concepto o lingüística: tenemos un extraño y extenso alfabeto de actos del cual extraemos el sentido de nuestras acciones, es decir de nuestra capacidad de actuar. Un ex alfabeto aplastado debajo de siglos de escritura.
Empecé a leer el libro de 
¿Porqué sobreviven algunas ideas y otras mueren? 
Comentarios recientes