Cuando los psicofármacos VII

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montaigne.jpgCuando soñando movemos los ojos, cuando nuestra rodilla reacciona involuntariamente al martillo del neurólogo o inclusive, cuando después de muertos nos estiramos por el rigor mortis, esos movimientos no nos pertenecen.

Son movimientos que surgen de algún lugar, pero no de nuestra conciencia, de nuestra subjetividad, de hecho no somos responsables de ellos.

Quien sueña? El inconciente? Unos grupos de neuronas que necesitan desintoxicarse del día? Un alma que nos habita? Una forma, una extraña geometría que se asemeja a las vueltas de un caracol?

Algo así, por lo menos, era lo creía un pensador francés del Renacimiento.

En sus "Ensayos" Montaigne describe un accidente que ilustra su idea: "un individuo, recio y de gran estatura, cayó como un coloso sobre (mí y mi caballito), a quienes derribó con toda la fuerza ..., de tal suerte que el caballo cayó por tierra completamente atolondrado, y yo fui a dar diez o doce pasos más allá, tendido boca abajo, con el rostro destrozado y deshollado; mi espada, que montado tenía en la mano, estaba también diez pasos más allá, mi cinturón hecho añicos, y yo no tenía más movimiento ni sensaciones que un cepo"

Luego del golpe Montaige fue gradualmente recobrando la conciencia y mientras lo hacía se preguntaba: ¿desde donde estoy viniendo?.

Conjeturó que se había acercado gracias al porrazo a alguna forma de existencia in-experimentable, cercana a la muerte, del otro lado de la vida, una forma de la que no podía decir nada, porque había estado desmayado.

Montaigne sacó una enseñanza a medida del siglo XVI: "para acostumbrarse a la muerte no se puede hacer otra cosa que acercarse a ella", conclusión no tan inocente, porque desde esa época los muertos y las cosas muertas están en un punto inaccesible, indistingible, en un punto imposible de alcanzar, pero al mismo tiempo están por todos lados.

O no? Acaso la computadora que estás usando está viva? Posiblemente no... pero mas allá de esto, el autor establecía en su texto una linea de fuga: desde la "casi" muerte hacia la vida, hacia la conciencia de si mismo y de sus acciones.

El filósofo Giorgio Agamben ubica acá uno de los antecedentes del inconsciente freudiano: la dirección surge para Freud desde la infancia en vez de desde la muerte, pero el resto de la secuencia permanece bastante conservada y ademas productiva, ya que en esta saga que nace en los traumas infantiles se pueden hacer "operaciones" discursivas.

En realidad no importa mucho a los efectos de estos borradores para mi ensayo sobre psicofármacos: las cosas muertas (y para la modernidad está todo mas o menos muerto) quedaron desde entonces sin voz ni voto, listas para ser manipuladas, para ser objetos muertos.

Lo vivo sería el hombre europeo, todo lo demás, la naturaleza, las montañas, mares, mujeres, indios, barcos, ganado, nieve, planetas, en fin, todo estaba desde ahora muerto o al menos sin capacidad de intencionalidad, sin poder, sin posibilidades de intervenir en las conductas de otros elementos.

Dos siglos después de Montaige, hacia 1770, Wolfgang Van Kempelen construyó un autómata de entretenimiento de la aristocracia, que era capaz de mover piezas de un juego de ajedrez. Acaso estaba vivo? Dudaban y se divertían los duques y condesas, hasta que la novela de Frankenstein empezó a asustar a grandes y chicos.

Aunque luego se supo que aquel ajedrecista era un fraude, la idea inspiró a Charles Babbage, que a mediados del siglo XIX se propuso construir la primera computadora digital.

No importa que fracasara, porque la idea fue recogida por el matemático Alan Turing, quien en 1947 logró describir el primer programa computacional capaz de jugar al ajedrez, cosa que IBM llevó a la práctica una década después.

Acaso esa computadora tenía algún tipo de viva?

Vaya, un largo camino que va desde el silenciamiento de la muerte y la conversión del mundo en una caja de objetos muertos hasta la aparición de cosas (muertas claro) capaces de computar y comportarse como humanos.

Alan Turing en "Las máquinas computadoras y la Inteligencia" llega a decir que "lo mejor es proporcionar a las máquinas los mejores órganos sensoriales que el dinero pueda comprar...".

Es una idea algo perturbadora, porque tendemos a pensar desde el sentido común que las máquinas no deberían recibir mas inputs de los que nosotros les administramos desde los teclados y los mouses y eventualmente desde otras computadoras. ¿Porqué Turing estaba interesado en que las máquinas fueran sensibles?

No lo sabemos, pero quizás Turing estaba conectando con otro asunto, que aparece en su libro "Las bases químicas de la morfogénesis" donde había propuesto que en determinados contextos si alguna propiedad se difunde e interactúa es morfogenética a nivel macroscópico, genera patrones.

Es decir que, dadas ciertas condiciones, elementos químicos o células pueden interactuar formando matrices, moldes, esquemas.

Las manchas del tigre, por ejemplo, podían ahora desagregarse en fórmulas matemáticas que tuvieran en cuanta la difusión y la interacción de propiedades como la presencia de un pigmento.

tigre.jpgComo se puede leer en "Orden y caos en sistemas complejos" cuando unos nodos (puntos de pigmentación de la piel del tigre) pueden interactuar y cambiar de estado a partir de ese feedback, tienden a organizarse en patrones: una ola, el flujo del humo saliendo del cigarrillo, la foto de un rayo, las nubes sirven de ejemplos, pero también hay esos modelos o plantillas que configuran órganos como los pulmones, las ramas de un árbol, las vueltas de los caracoles, las flores, el virus del HIV o como se disponen las ciudades a lo largo de un río.

Acaso los psicofármacos esconden un patrón de organización, que moldea luego la elección de unos u otros por parte del psiquiatra?

Años después de Turing, Prigogine propuso que esos patrones resultaban mas eficientes para negociar la energía o la información de un sistema con respecto a su entorno, en lo que llamaba estructuras disipativas.

Resumiendo: según las condiciones, un conjunto de elementos que puedan interactuar "eligen" configuraciones, hacen emerger modos a partir de las conexiones de sus enlaces, links que se establecen entre si y con el entorno.

Por ejemplo, como propuse en el post anterior las neuronas del gusano c elegans "computan" los comportamientos del resto de las células para que el gusano sobreviva, es porque se han conectado con una determinada topología.

Las computadoras computan tan bien el juego del ajedrez que ya no hay maestro internacional que pueda hacerles frente seriamente: Fritz 8 ha resultado tan eficiente que su formato que funciona al punto que el programa es distribuido por Internet y ahora miles de ajedrecistas prefieren entrenarse e interactuar en sus pantallas con su topología.

La pregunta que sigue entones es: Se auto-organizan los psicofármacos? Han adquirido una topología efectiva?

Si así fuera, que computan los vínculos que establecen entre sí?

Voy a ver si puedo sostener esta pregunta en el próximo posteo-borrador.

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