A mi hija Uma le dieron su primer carnet de socia del club.
Cada tanto se nos da un primer carnet, una entrada a una asociación que otros han producido larvadamente y que ahora podemos usufructuar.
En Argentina hay muchos carnets, pero también muchas puertas y muchos agujeros en los alambrados perimetrales.
A medida que se suceden las épocas, uno empieza a poderlas reconocer como cajas donde quedaron archivados formas de vida, objetos, memorias, soportes, modos.
El gaucho arrastra consigo la pampa del siglo XIX, Patoruzú buena parte del siglo pasado y el SIDA las últimas 3 décadas.
Tirando de los hilos correctos puede venirse el cajón completo de una época, si sabemos de donde.
Al ritmo de la coreografía organizada por los medios de comunicación y sobreinformación, hoy, apacible día feriado para festejar el día de la bandera, buena parte de las clases medias se han puesto sus mejores camperas para salir en televisión.
La segunda semana de mayo de este año se decretaron retenciones móviles a la renta agropecuaria.
Nada de tocar la minería, ni el petroleo, ni la pesca, ni las financieras, por lo menos hasta donde yo se.
Las grandes ciudades han padecido bloqueos desde la antigüedad y Buenos Aires no escapa a la regla.
Mañana podríamos levantarnos sitiados y nadie se sorprendería.
Sin embargo los efectos del asedio no son necesariamente previsibles: por ejemplo, durante la gobernación de Juan Manuel de Rosas hubo un período de escasez de productos por el bloqueo anglo francés, que reactivó en parte la economía local y perjudicó a los comerciantes franceses en la ciudad.
Aquí me pongo a escribir, al compás de Divididos; que el hombre que lo desvela, una pena extraordinaria, como el ave solitaria, con el bloggear se consuela.
Y voy a dar mi opinión, porque estos días un amigo me ha puesto el sello de "cómodo" por no ponerme del lado del gobierno o del lado de los productores agro industriales, antes llamados "campo".
Como si estuvieran a la misma altura, como si nos estuviéramos por caer desde alguna altura.
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