Multitudes desobedientes

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Marcelo ExpósitoHace un par de años asistí a una conferencia de Marcelo Expósito en la ciudad de Cordoba, en Argentina. Es una de esas personas a las que les fluye la cabeza.

Los expósitos eran aquellos niños que las familias burguesas no querían y no podían aceptar por motivos diversos aunque siempre deshonrosos: los enviaban a conventos manejados por monjas donde lo único posible era rebelarse o domesticarse. Allí se les enseñaba un oficio, se les lavaba el apellido y se los reenviaba a la ciudad para que se ganaran/perdieran la vida.

Pues bien, 200 años después a este expósito se le repite la historia. Continuamente en plena campaña de insumisión y expuesto, se ha autoimpuesto (como no podría ser de otro modo) no dejar fotografiarse.

Pero Marcelo Expósito es algo más que alguien que no se deja fotografiar: es artista activista, hasta donde se co-editor de las revistas Brumaria, Zehar, Mientras Tanto y Cultura/s y un nodo de una red desobediente que conecta a ESevilla, Yomango y a .Zip! entre muchos otros colectivos.

Marcelo sigue el senderito de Paolo Virno que plantea que la desobediencia y la deserción son los dos términos claves pensando en la acción política del siglo XXI. No se trata entonces de las multitudes inteligentes de Howard Rheingold, ni de las multitudes estúpidas de Hervé Fischer: son las multitudes desobedientes.

La desobediencia es un movimiento fluido, multiforme, pluricéntrico. Sus estrategias son la agregación y el contagio y al no tener un centro fijo, los múltiples focos de conflicto y las diferentes gramáticas de visibilización le permiten golpera allí a donde le duele a las multinacionales, por caso.

Para esta red la "desobediencia" es la relación clave para su autoconstitución. La estéticas de la igualdad son su sustancia.

La desobediencia social tendría, frente a esto, el carácter de un tipo de desobediencia que impugna la norma primordial que, aun no escrita, está en la base de la legitimidad del Estado y del orden: "es necesario obedecer las normas". Por eso social y no civil. La desobediencia civil solo termina construyendo nuevas normas, según Marcelo.

Paradójicamente la norma de los desobedientes es la impuganción de las normas. Vaya problema. Me hace acordar a Marx y Lacan, que advertían a sus eventuales discípulos sobre lo peligroso que eran los discípulos.

Sin embargo a mi me interesa otra cosa. Es la actitud de no-domesticado de Marcelo, en una época donde el desapego, la desafectación y la desmemoria hace que todo tenga que ser amplificado hasta volverse sensible.

Hasta poder estimular un umbral.

No es la desobediencia que crea un amo el meme que más me infecta. Creo que la resistencia crea al resistido, que la desobediencia es la otra cara de la obediencia, así como la prevención produce el accidente.

Sin embargo brindo por Marcelo Expósito y las multitudes desobedientes.

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