Sistemas de verdad

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mapaholandes.jpgLos mapas nos enseñan que las redes sociales producen un sistema de verdades que le es propio, singular.

No cualquier verdad, porque las
redes
tienen sus reglas invisibles bien determinadas y bien determinantes.

A quien le podía interesar ver tribus de indios en la Argentina de 1630, sino a los comerciantes holandeses en busca de clientes?

Hoy es lo mismo, aunque el mapamundi son los medios de comunicación; ahí es donde se ven los huesos del Poder.

Por caso la televisión: alcanza ver las noticias con una pizca de crítica para descubrir que expresan más la carnadura de los canales emisores que algo que pudiera haber sucedido realmente en algún lugar.

Esta idea Mcluhaniana reciclada, según la cual la red es el mensaje, es un punto clave para la mirada redológica que vamos construyendo, porque es acá donde se articulan lo político, la topología y la creación de creencias compartidas de los grupos humanos.

Lo saben bien los periodistas: nadie puede ponerse a escribir en los medios sin aceptar la censura previa, ni cobrar su sueldo a fin de mes sin asumir las reglas editoriales que le anteceden y persistirán luego de su alejamiento.

Porque así como nadie puede sentarse de un día para el otro en el almuerzo del presidente, ni nadie puede producir verdades científicas sin tener reservada una silla en la mesa correspondiente, tampoco en la blogosfera está todo permitido, después de todo es una red social e inevitablemente rodará hacia lo de los pocos que tienen mucho y los muchos que tendrán poco.

Sin embargo hasta entre las piedras brotan algunas flores, como decía el hermano de mi bisabuelo: Rodrigo Quian Quiroga es el jefe de un equipo que descubrió que las neuronas que llevamos en la cabeza responden a la percepción consciente con un mecanismo de “todo o nada”, cambiando drásticamente su tasa de activación sólo cuando las imágenes son reconocidas.

Es decir, nuestra mente ve solamente lo que ya conoce.

Biológicamente hablando cada nueva "verdad" se articula con una configuración previa de verdades que la habilitaron y que es a la vez condición para el ejercicio, reproducción y legitimación de dicha red.

Lo novedoso es entonces imposible, mal que le pese a las decenas de blogs que se mantienen en la cresta reproduciendo hasta el infinito la última aplicación WEB 2.0 o la penúltima aplicación para bajarse antes de que sea demasiado tarde.

Todo fluye entonces en un magma espeso de libros, conversaciones, emails, programas de radio, periódicos, uploads, gestos, cánticos y en fin, en todo lo que rebose comunicación: es que al mismo tiempo que el capital comunicacional produce verdades se autolegitima y a la vez rechaza los discursos que están en contradicción, convirtiéndose en parámetro a la hora de decidir entre lo que será aceptado y aquello que no.

Michael Foucault definía así a la verdad: “el conjunto de reglas según las cuales se discrimina lo verdadero de lo falso y se ligan a lo verdadero efectos políticos de poder”

Así parecen ser las cosas: la realidad sólo puede ser contada a través de estos conglomerados comunicacionales que se van configurando pesadamente a lo largo de la historia.

Esos raros mapas viejos, entonces, tienen mucho para decirnos.

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