Burbujas en los pasillos

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Burbujas En dos días me leí "Redes, burbujas y promesas. Algunas reflexiones críticas acerca del proyecto Sociedad de la Información y la nueva economía" del colega Diego de Charras, una interesante visión que fue premiada como una de las mejores tesinas de la Carrera de Ciencias de la Comunicación.

Si bien entiendo que buena parte fue escrita antes del 2002 y que podemos concederle que no podía adivinar toda el agua que pasaría debajo del puente en este último lustro, existe un post scriptum con alguna información actualizada respecto a las últimas megaconferencias del tema, donde se ha discutido el asunto a nivel internacional.

Diego y yo sabemos que nuestras visiones del asunto no comulgan, lo que por suerte nos permite discutir. Mi tesina del 95 (que también mereció un 10 pero de parte del Beto Quevedo), aunque se refiere también al impacto en y de las tecnologías de la información, está mucho más desactualizada todavía y además su edición online incompleta.

Yo he perdido el original en papel y sería inútil ponerlas a la par: lo he leído y subrayado hasta captar lo que entiendo yo son las propuestas principales y creo que su trabajo ha sido muy bueno.

Pero voy a ir al grano o a los granos de esta polenta, que han saltado de la lectura en caliente: quizás algunos de ellos merecen un tiempo de enfriamiento y una discusión personal que ojalá nos demos.

Dejemos de lado la entrada al texto, para apaciguar la lectura y tomar la distancia necesaria, dado que hay algunas consideraciones que el autor o su mentor, el hincha de Nueva Chicago y director de la Carrera de Comunicación Guillermo Mastrini se habrán hecho al calor del trabajo en marcha y que se podrían llamar exageradas; por mencionar alguna: "solo desde la recuperación de la tradición crítica... podrá realizarse un aporte".

Supongo que se debe al entusiasmo y sin duda a una sana confianza en el propio trabajo, pero haré la salvedad de que nunca ha llevado a nada bueno lo del autoelogio. Es como si los psicoanalistas dijeran "solo el psicoanálisis..." y así seguiría la fila...

Vamos al libro-tesina en sí. La hipótesis general es que conceptos como "Sociedad de la Información", "Redes" (sic), "Nueva economía" y otras que el autor pone en la misma bolsa, constituyen mitos o un mito que encubre una situación material concreta y por supuesto opuesta, porque después de todo esa es la función de los mitos.

Por momentos da como brazadas de más y llega hasta la "biotecnología", que es también un fetiche de la literatura social apologética y que para colmo profundiza el escándalo mitológico antes citado. Dice de la biotecnología que "la incidencia económica es casi nula" y "la mayoría de los logros no tuvieron aplicación comercial".

Desde ya aclaro que mi posición es, respecto a este punto, radicalmente distinta. Afirmo además que posiciones apresuradas en este sentido, como la de Diego de Charras acá, pueden conllevar la irresponsabilidad de que los conocimientos en estas áreas claves para el país se vean tan atrasados tontamente; pero esa es otra cuestión, porque no se la explica en el libro ni corresponde al tema de este posteo.

Volviendo al asunto principal del libro, en realidad, según el autor, la red o Internet es una "industria cultural" que, más allá de salvedades, debería ser analizada como toda industria, a saber: desde la economía política, desde la "funcionalidad de la estructura" (?), profundizando la relación entre conceptos como propiedad, clases sociales y poder. No estoy seguro que diría el autor, pero hasta donde yo entiendo esta es una posición postmarxista, lo que escribo sin ningún afán de "etiquetar", pero con la idea de aclarar por donde estamos rumbeando.

Porque según de Charras, dado que la tecnología opera en la práctica convirtiendo fuerza en producción e ideológicamente imágenes en valores autoreferenciales, es que Internet es solo analizable dentro del modo de producción capitalista (industrial), ya que en sí misma no constituye por si un elemento innovador del status quo productivo.

de Charras Pues bien, definido así los puntos de partida, efectivamente no podemos esperar ya más recorrido que el que ilumina la linterna del texto, al punto que ni Castells podrá bifurcar o torcer apenas la traza preestablecida desde el principio.

Los problemas o costos inmediatos de esta matriz de análisis son al menos dos: primero deberá dejarse de lado todo material empírico contrario o inconsistente respecto a la propuesta y luego habrá que olvidarse de cualquier singularidad respeto al material investigado, porque nada aportaría, eventualmente, al cambio de la funcionalidad de la estructura, como dice el autor, salvo (supongo) la ruptura radical del modo capitalista (industrial, repito) que se critica.

Autores como el subvencionado por una textil de Manchester de la familia Engels, que estudiaba en la gratuita Biblioteca de Londres y que muriera si no me acuerdo mal en 1883 no me dejan mentir.

Estos muchachos trabajaban heroicamente por el derrocamiento de la sociedad capitalista, hasta donde he entendido en sus voluminosos textos y puede que no tengamos los cojones hoy día de plantearnos este tipo de cuestiones, pero al menos no habría que desdecirlos.

Entonces vayamos a ver con mas detalle algunas contradicciones: por ejemplo se dice que hay muchos analfabetos, cosa que todos lamentamos, sin embargo ¿no fue el alfabeto una de las herramientas mas formidables para construir el capitalismo que el autor ataca? Cómo se hubieran integrado al consumo y al disciplinamiento social generaciones enteras? ¿Como se podría haber purificado tanto el valor de cambio de los fetiches? Pero más aún ¿Cuando se dijo que la Web se construía para remediar ese asunto? ¿Acaso la ubicuidad de la corriente alterna es responsable de un mundo dividido entre propietarios y trabajadores?

Quizás la biotecnología, la soja transgénica y la estela de ideología que destilan no sean del gusto de Diego, pero ¿quién dijo que estas teorías "proféticas" han agudizado las brechas, la injusticia y el hambre? Hasta donde yo entiendo el problema de la soja es ecológico, pero Dios nos libre de que baje el precio de la soja!

Sugiero que hay que ir despacio con algunas analogías y contigüidades, porque se corre el riesgo de decir que la disminución de la tasa de natalidad se debe a la cacería indiscriminada de cigüeñas. Por ejemplo, decimos que la "burbuja" de Internet "estalló", entonces ¿la WEB 2.0 se convierte en algo explosivo?

Se dice que hay distribuciones injustas de todo tipo y acá y allá se lo conecta en la tesina con Internet, una red que no solo refleja como un espejo la situación, sino que la agudiza. Pero ¿cómo lo probamos? Yo llevo muchos años en los cibers a todas horas y en muchos barrios por una cuestión laboral y si bien el asunto ha merecido investigaciones financiadas, puedo decir que a simple vista el acceso en las grandes ciudades de América Latina a Internet no es una cuestión de clase o de ingreso, como tampoco lo es la tecnología celular.

Podemos estar de acuerdo que el capitalismo ha participado en performatizar los modos de precarización laboral, mi experiencia personal así lo atestigua, pero... ¿cómo conectar eso con la existencia de la Web? Si en todo caso fuera así, ¿que seria lo distintivo respecto a otras herramientas?

Para de Charras lo que cuenta es la concentración y la explotación de los trabajadores de contenidos, pero no explica que hacen millones de personas jugando al Counter Strike, chateando, leyendo diarios, consumiendo pornografía, construyendo la wikipedia, acordando agendas o desarrollando software colaborativamente (por mencionar solo algunas aristas) sin cobrar un peso ni pagándoselo a nadie.

Se me dirá que 30 centavos la hora de ciber o que los contenidos alguien se los apropiará...., o que la venta de publicidad, pero en todo caso la economía de la atención (Goldhaber) no parece ser un tema del que podamos esperar mucho, según se nos dice.

Que las cosas se concentran no hay dudas, pero no solamente el capital o la injusticia. En la isla de Pascua, en la Rusia stanilista o en la zarista, en las primeras comunidades cristianas o charruas y hasta entre Robinson Crusoe y Viernes se establecieron matrices de distribución asimétrica, con lo que ponerle todo el saco al capitalismo industrial es correcto, pero limitado y llevado al extremo es inexacto.

Voy a dar mis apuradas opiniones, en formato blog y espero que en la medida que podamos seguir discutiendo surjan nuevas preguntas y disensos constructivos.

En primer lugar entiendo que el capitalismo ha entrado en una fase post industrial y quizás mas aun, quimérico. Basta con darse una vuelta por ahí. Su característica central, sí es la de la acumulación, pero la acumulación de marcas y prototipos, es decir, es una cuestión de patentes y hasta donde yo se las patentes son intangibles, salvo el papel en el que se inscriben. El que tenga dudas dese una vuelta por lo pasillos del CONICET o de la Fundación Leloir. Es decir, los objetos que interesan sí son informacionales, cosa que Diego rechaza. Nada más ver hacia donde fluye el dinero, la premisa de la tesina, salta claramente donde se está incubando lo nodal de todo esto.

Por otro lado en este modo de vivir ficcional los simulacros desplazan a las representaciones: las vacaciones son ahora nada más que ir a trabajar de turista. Pensemos el club de barrio que Tinelli monta todas las noches y se me me eximirá de comentarios, salvo el de que debería pagar algún tipo de regalía al club de la esquina de casa. Seoresss, seorassss.....

Las mismas consideraciones se pueden aplicar a la idea de propiedad intelectual y dado que son derechos o privilegios del intelecto y no del trabajo, requerirían un trabajo de comprensión diferente al propuesto.

La operación central de este capitalismo ya no es la explotación, sino la exclusión. Cuestión de plásticos, de traslados en avión o en tren bala, no de permisos del patrón para salir de la linea de producción a orinar. Es decir que las operaciones simbólicas necesarias para participar del juego de lo social y para eventualmente cambiarlo, ya no son materiales, sino informacionales. Hay que saber de diseño y software, no de fábricas abandonadas. Hay que lidiarselas con una ecología de la mente digital, no con medios masivos.

El rol del Estado merece una preocupación aparte. Porque si los núcleos de concentración de capital simbólico son las empresas y el Estado (totalmente colonizado por cierto) no cuenta con herramientas para poder perforar esta lógica, de que Estado real hablamos?

Creo que debajo de las injusticias distributivas existen topologías, engramas, modos primarios de configuración de las redes sociales, mucho más duras y difíciles de mover que lo que entendieron Marx y sus congeneracionales críticos.

También merece muchas más atención la cuestión de la acumulación: hay que tratarla con más cuidado, porque ya no se trata tampoco de acumular a tontas y a locas, sino de acumular circulaciones, se trata de apilar capacidades de trasladar bienes, personas, inversiones y objetos en su formato digital y si no es posible, en carne y hueso.

¿Hacia donde va el dinero? se pregunta Diego. Pues en el nuevo capitalismo se dirige al patentamiento de prototipos, especialmente relacionables con los medios de comunicación y la farmacia. No es un dato menor, pero nada de eso se discute seriamente en nuestra facultad. Ni en los pasillos.

El nuevo capitalismo es entonces una economía de la comunicación, de los flujos y por eso la importancia que se le atribuye en todos los campos a las plataformas, los telepuertos y las autopistas. No son mitos puros, ni ideología pura, ni "redes" sin más interés que meros "encubridores" si se me permite el apresuramiento; como tampoco los "no lugares" son distinciones menores.

Creo que en el fondo la posición que sostengo es mucho más cruda y deja menos margen de maniobra. Sin embargo creo que abre una puerta. Si veo una salida, la veo mucho mas lejos que Diego y creo además que por estas tesinas no es el camino. No solo hablamos de economía, hablamos de una economía a distancia, no solo de estados naciones en bancarrota, hablamos de desterritorialización.

Para decirlo mas claro: la perspectiva de Diego queda a mitad de camino creyendo llegar al final, lo que impide pensar como seguir cruzando el torrentoso rio de la comunicación digital.

Alguno puede considerar que un debate sobre este asunto es innecesario o dinosáurico: no estoy de acuerdo, entre otras cosas porque la falta de una discusión suficiente es la que permite muchas decisiones políticas y económicas, muchos viajes en avion y muchas designaciones, al menos dentro de la Universidad.

Además, esta lateralización de programas de estudio ha dejado de lado el "estar en el mundo de la comunicación" por un "criticar desde" una sola ventana, esa que se ve en la torre.

Que tiene que ver esto con tecnofilia, sociobiologia o mano invisible está por verse.

En definitiva, si rompemos la burbuja ubamarxista, tan vigente en los pasillos de nuestra querida Universidad, se nos aparece un escenario mucho mas rocoso, desértico y con un culpable mucho mas inasible: por un lado las ideologías de izquierda son convertidas en parte del espectáculo, por el otro lado descubrimos que, del otro costado lógico-matemático del problema, fuerzas mucho mas poderosas que la tensión burguesía/proletariado atenazan un modo de vida que, poco a poco, se hace completamente tecnológico.

2 comentarios

Con respecto a la tesina de Diego de Charras hay que decir que sale de la escuela neomarxista que viene de Comunicación I en adelante, y es un analísis del cual, a partir de lo que leí en el post, Adorno & Horkheimer estarian orgullosos. Quizás hilando un poco más fino, pero no mucho, se podría argumentar que las prácticas como chatear, crear software, escribir blogs, se corresponden con actividades contrahegemónicas, o que por lo menos intentán serlo (a veces). La realidad es harto más complicada porque NUNCA se corresponde con las categorías que elaboramos. Lo peor es que si yo argumento algo lo suficientemente bien el que lee termina diciendo "este tipo tiene razón, ¿no?". O sea, si yo ahora digo que la teoría tiene que elaborarse desde adentro y ser categorías de trabajo, work in progress, va a sonar extraordinariamente bien. Pero nos quita la posibilidad de comprender el fenómeno como una totalidad, lo que es una obsesión del ser humano: crear una teoría del todo. En física se conoce como la superteoría que englobe la física "normal" y la física cuántica en un todo comprensible y que se pueda relacionar. Las analogías son peligrosas pero suena sensato decir que algo similar ocurre en las ciencias sociales: Si me quedo con el evento, con el hecho, pierdo la visión de conjunto. Es en el pase de lo micro a lo macro donde se produce el dejauste. Bourdieu intento actualizar la teoría marxista con sus categorías de campos y habitus. Y lo logro, pero a medias, porque al ser una teoría tan poco definidad deja pasar un montón de cosas sin darle explicación. Como si colara cafe con un colador de fideos. En cualquier teoría quedan fuera esas pequeñas prácticas que no alcanzan a ser contrahegemónicas pero tampoco están totalmente dentro del sistema. Jugar al Play todo el día es del sistema, hacerlo en un cyber no tanto porque no estoy comprando, pero a la vez estoy dentro del capitalismo porque pago. Un uso totalmente impesado pero razonable. Otro ejemplo: la socialización, el juntarse para jugar no es pensado, la idea -imagino- es que c/u tenga su propia Play. ¿Qué tipo de práctica es esa? ¿En que categoría lo ponemos?
Leí la Tesina de D. de Charras. Me pareció muy buena. Sin embargo, más allá de las observaciones que le hiciste que las considero totalmente válidas, entiendo que estás planteando es que se sigue interpretando la realidad con categorías viejas y que dejamos que el "elefante" pase por nuestras narices sin verlo. Por qué no lo vemos o no queremos verlo, no importa. Lo importante es que está pasando. De allí es que considero que para encontrar las categorías que corresponden, generar el conocimiento pertinente e interpretar la situación, hace falta algo previo. Eso previo es vocación de transformación, que permite asociar conocimiento y acción, teoría y práctica. Esa es la vocación que tenía ese pensador subsidiado por la fábrica textil de Manchester que murió en 1883, y tantos otros. Pensaron en la transformación, sortearon límites epistemológicos y develaron para el resto de la Humanidad no sólo un conocimiento sino un espíritu revolucionario. La epigonía en la que nos encontramos será a propósito o por ignorancia no interesa, pero desgraciadamente el elefante sigue pasando y por intuición o certeza sabemos que alguien le maneja las riendas. Ser creativos y construir cambio o ser repetidores nostálgicos de la evolución que no podemos conducir es una decisión vocacional y profesional de la que cada uno dará cuenta en su debido momento. No es así?

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