Tertulia I

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conalepiscitelli.jpg Con la participación de unos 35 contertulios se largó la nueva época del grupo de Complejidad.

Aportando un granito de arena al médano que significa esta vuelta a la edad media en la que vivimos cotidianamente, en vez de la pupitres y tinteros usamos toscas jarras de cerveza y unas pizzetas deliciosas.

Así seguimos: en vez de pizarrón recurrimos a una pantalla digital donde vimos desde cadenas de ADN y perros-robots hasta paradisíacas playas senegalesas, comandadas por niños.

Es que así como hace siete siglos el desmembramiento y corrosión de los principados le daba un poder inusitado a la iglesia, ahora inversamente los oxidados espacios centralizados de transmisión de conocimiento le abren la cancha a disparates tan gratos como los que inventamos este miércoles pasado.

Ya llegarán los blogs más oficiales, los videos, desgrabaciones y cosas por el estilo, por ahora voy a dejar algunas viñetas de lo ocurrido.

Fueron hablando sus 5 minutos (algunos se excedieron un poco) los siguientes ponentes:

Sebastian Lorenzo se preguntó por la complejidad en sí misma y su vínculo personal con ese concepto, desde lo vecinal, desde lo cotidiano. ¿Cómo se llega a la complejidad desde la la intuición de lo simple? Propuso ejes de discusión, implementaciones, diseños, todo desde su perspectiva.

Hernán Moraldo se preguntó cuan complejo es un perro, o mejor dicho porqué no se puede hacer un perro o mejor aún como podríamos construir un perro.

Heloisa Primavera, con el acompañamiento de unas fotos que ella misma obtuvo en Africa, recurrió a las leyes de Kevin Kelly para analizar un casamiento en Senegal como una red de gestos, de posiciones, de actitudes.

Alicia Engler diferenció la máquina de auto engañarnos que es la mente humana, de la posibilidad de que exista o no lo complejo, trató de delinear un ruteo para incorporar lo complejo a las psicoterapias, tan ávidas de lo simple.

Por último Alejandro Piscitelli se despachó con los aibos desde la perspectiva de la cuarta discontinuidad contra el narcisismo, en realidad un tipo especial de discontinuidad: la robot-animal. Pudimos sentir como resonaban en nuestras cabezas bailarines turcos y porteños desde una perspectiva aérea y publicitaria, tal como pueden hoy en día danzar los aibos sin programación específica previa. Artificialidad de lo cotidiano? Uno de los temas favoritos de Alejandro.

Luego sucedió la tertulia en si misma, desde las mesas se fueron lanzando propuestas y contra propuestas, criticas y reconocimientos, ideas sueltas y puntas de icebergs de los más gigantescos, conceptualmente hablando.

Se diferenció complicado de complejo, simple de fácil, emergencia de determinaciones y no dejó de sorprenderme el entusiasmo que producía la charla.

Lo dicho: en vez de conclusiones conseguimos disparadores, en vez de respuestas nuevos problemas y alguno que muy acertadamente dijo: porqué complejidad 2.0?

De a poco y por suerte mi posición de bastonero se fue diluyendo en las conversación, hasta que cantó el gallo y cada uno rumbeó por su camino, hasta el próximo 15 de mayo.

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