Dos siglos

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Invasiones inglesas Terminé hoy el libro sobre las historias ignoradas de las invasiones inglesas, escrito por
Roberto L. Elissalde.

Salvo algunos errores de microediting, que habría que revisar en alguna próxima edición, el material puede ser recomendable para una lectura de verano: distintas figuras poco citadas habitualmente, como espías, desertores, damas de sociedad, prostitutas, indios, esclavos o niños aportan su perspectiva de aquellos días en los que la ciudad de Buenos Aires hizo una opción de vida, increíblemente ignorada por las autoridades actuales, que deberían haberse ocupado de recordar colectivamente esta historia.

En fin, cosas de nosotros los argentinos. Volviendo al libro, los versos satíricos y las loas son también los protagonistas de una trama de relaciones y sucesos que excedió en mucho el aspecto estrictamente militar de unas invasiones en la que, hasta 8000 soldados ingleses, fallaron en conquistar una ciudad que contaba con unos 50.000 habitantes, si incluimos los indios y los esclavos.

Estas invasiones inglesas, consideradas aún como un ignominioso fracaso por los británicos, recibieron el apoyo de 58 porteños, cuyos nombres registrados por Alexander Gillespie aún esperan ser encontrados en algún archivo londinense.

Hace 200 años se realizaba un juicio en Londres, en el que John Whitelocke, jefe de la expedición y que podría haber fácilmente destruido completamente la ciudad, se cargaba todas las culpas del fracaso.

Pero en realidad las cosas no quedarían ahí y bien claro lo tenía Santiago Liniers cuando, observando desde el balcón de la actual casa de gobierno como se alejaban las tropas vencidas, le decía Juan martin Pueyrredón: "... Juan, lo echo es que, en el momento en que yo les vi llegando a nuestras tierras, yo supe que ellos no partirán jamás"

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