Postorgánico

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SibiliaNueva lectura del libro de Paula Sibilia, nuevos encuentros y desencuentros con las ideas que hace circular, buena parte de ellas salidas del magma de textos que en su momento delineara desde su seminario Patricia Terrero y luego Cristian Ferrer.

Quiero detenerme en alguna de ellas, especialmente porque fueron dudas de algunos alumnos y las he ido meditando en el colectivo, mientras regresaba al consultorio.

La primera cuestión se puede resumir con la metáfora de la plastilina, que me enseño hace mucho Diego Castañon: si apreto con mi dedo una masa de plastilina es muy probable que lo que encuentre al sacarlo, sea la marca, la forma de mi dedo en la plastilina.

Si defino a los pensadores de la tecnociencia como participantes de una corriente prometeica o faústica desde el principio y luego califico con adjetivos como "exaltado" a lo faústico o digo que "empaña" definiciones que antes eran nítidas o que los faústico posee frágiles cimientos toda discusión argumentada será difícil.

Quizás una obviedad, pero que a veces olvidamos los superficial hipnotizados por frases equilibradas o bellas.

Dicho de otro modo: si comparo primero el proyecto manhattan con el proyecto genoma humano es muy probable que termine advirtiendo en el renglón siguiente sobre los peligros del genoma, casi comparables a los de una explosión atómica.

Otra; "el... biopoder de dimensiones faústicas era administrado por entidades... trascendentes... ahora, sin embargo, parece haberles llegado su turno a los hombres". Los criterios aún no han sido suficientemente aclarados "... mientras las investigaciones avanzan en los laboratorios...". La idea es interesante, pero ¿cuando se discutieron estas cuestiones antes?

¿Quienes tendrían el atrevimiento de decir que paremos el proyecto del trascriptoma humano porque no sabemos que podría suceder?

Concretamente: ¿Acaso alguna nueva forma de inquisición a cargo de la academia? ¿Acaso las autoridades de la Universidad de Buenos Aires? No jodamos....

Respecto a lo que se asocia con la genética, el texto repite el mismo esquema: predefinir los malos y luego simplemente ir a buscarlos. La genética, para la autora, padece una aceleración "perturbadora" o se asocia a una "parafernalia" digital. Esperemos que nunca se tenga que hacer un tratamiento basado en genoterapia.

Por otro lado lo maquinal es separado una y otra vez de lo humano, como si el homo sapiens tuviera un lugar privilegiado en el mundo, como si la subjetividad y los fenómenos asociados estuvieran embebidos de alguna cualidad superior o necesariamente protegible.

No es así, pero es mi modo de ver nada más. En una primera escena confío en los científicos y en los ciudadanos y clientes que pagan para que sigan trabajando. En una segunda escena puedo criticar, retractarme, hacer una queja, un piquete o lo que sea.

Esto no quiere decir que los laboratorios estén más allá de la ideología o del imaginario colectivo, o que no funcionen como actores en la red de maquinas/humanos. Pero dejémoslos trabajar!

Entonces: creo que el de Sibilia es un libro que describe algunas novedades en la esfera tecnocientífica, desde una perspectiva melancólica, (por momentos con algunos rasgos paranoides). Es de fácil lectura, ameno, bien estructurado.

Posiblemente haya modos mas felices de avanzar sobre estas cuestiones, pero que cada uno se haga cargo de sus creencias y sus esquemas conceptuales.

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