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13 de Marzo 2008

Memoria Argentina

william.jpg Argentina quedó finalmente encastrada en el mundo capitalista recién a mediados del siglo XIX, aportando carne, cuero y lana a las ciudades fabriles de Europa e importando todo lo demás.

Para los que quedaron a cargo de la "conexión", las cosas no iban mal y de hecho quizás la Sociedad Ferrocarril Central Argentino pagó unos pesos a Juan Bautista Alberdi por la redacción del libro "Vida de William Wheelwright" .

Si efectivamente le pagaron no lo podemos afirmar, pero lo que si sabemos es que el autor formaba parte del grupo de intelectuales que tenían como misión cepillar a todo el país hasta dejarlo lisito, brillante y sobretodo disciplinado mediante la libertad de comercio y el alfabetismo masivo.

La biografía escrita por Alberdi arranca a lo joligud: un naufragio lo obligó a William a quedarse en Buenos Aires en 1823, donde concibe la idea de construir un puerto que finalmente conseguirá realizar 40 años después.

Antes viaja a Chile y desde ahí inicia un periplo de comunicaciones que nunca terminará. Su idea era llevar lana barata desde Australia a Londres, pasando por los Andes por medio de un tren trasandino, que linkiara otros recorridos por mar.

En 1840 creó en Chile la Pacific Steam Navigation Company y los primeros ferrocarriles sudamericanos. Luego el tren trasandino, el tren de Ensenada, el tren Rosario Cordoba y todo lo que rodeaba el negocio: nuevos pueblos, telégrafo y alfabeto, lo que le pedía el presidente Sarmiento que de tan mal llevado no quiso ir a la inauguración del tramo principal de la via tendida.

Todo es usado por Alberdi para publicitarlo y publicitarse, tal como se sigue haciendo hoy en día en cualquier medio de comunicación.

Hay a pesar de todo lo que se ha desactualizado el libro una idea todavía potente, a saber: la importancia de la comunicación, de la construcción de redes, del transporte, del movimiento.

Pienso en dos periodistas: Rodolfo Walsh encargado de las comunicaciones de montoneros o Manuel Dorrego instalando el primer telégrafo en el sur de la provincia de Buenos Aires; sus tristes finales a manos de los mismos psicópatas y sus afanes de comunicación olvidados.

Dice Alberdi que más valdría tener heroes de la paz que militares en las estatuas y quizás tuviera razón: es que la entropía parece que todavía paga mejor.

Publicado por lukasnet a las 13 de Marzo 2008 a las 11:01 PM

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